El rol de la mujer dueña de casa durante la dictadura ~ Microcosmos

domingo, 24 de julio de 2011

El rol de la mujer dueña de casa durante la dictadura

En Chile, el 11 de septiembre de 1973 se vive un golpe de Estado provocado por el régimen militar comandado por Augusto Pinochet lo que da inicio a un largo periodo de represión en contra de todo movimiento que estuvieran en contra de las ideas de la dictadura. Dentro de estos movimientos, los que salieron más perjudicados fueron los partidos de izquierda el cual recibieron con mayor fuerza el brazo represor de la dictadura política exterminando masivamente a los militantes y simpatizantes.

Una vez instaurado el régimen militar, el gobierno ilegaliza al partido comunista por lo que, en definitiva pasan a la clandestinidad debiendo muchas veces esconder su verdadera identidad para evitar ser perseguidos.
La izquierda tardó varios años en reaccionar frente al exterminio, lo que se manifestó en la muerte de muchos de sus cuadros políticos como el memorable caso del militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Miguel Enríquez quien fue allanado y asesinado por la organización de la DINA. Recién, a partir de los años ochenta hubo una respuesta militar frente a la represión de la dictadura.[1]
Este movimiento de extrema izquierda no fue sólo protagonizado por hombres, muchos de sus integrantes correspondían a mujeres estudiantes, trabajadoras, profesionales, dueñas de casa, entre otras, las cuales tenían una gran participación en la lucha contra el régimen.
Es por esto, que nuestro trabajo se centrará en las mujeres dueñas de casa, que si bien no tenían un una participación activa en la política, se vieron en la necesidad de transformarse en un actor político por el bien de su familia. Veremos también cómo estas mujeres enfrentaron este proceso dentro del hogar sobre todo con sus hijos, es decir, las historias que debían contarles con el fin de tranquilizarlos frente a lo que estaba ocurriendo a las “afueras” del hogar y de lo cual estos menores poco entendían.
Este trabajo se centrará específicamente en el periodo que comprende desde los inicios de la dictadura militar (ya que desde aquí comienza un cambio en la vida cotidiana de las dueñas de casa) hasta el plebiscito de 1988 cuando se abre un camino hacia la democracia.
Nuestro objetivo principal es dar a conocer el rol que cumplió una persona común y corriente (dueña de casa) dentro de la dictadura militar que igual se vio afectada en su vida social y familiar, y cómo esto lo traspasa a su vida cotidiana. Creemos que detrás de cada testimonio que ellas nos relatan hay un sinfín de historias que son relevantes para un estudio sobre este periodo.
Para realizar dicho objetivo, recurriremos a la historia oral, es decir, se basará exclusivamente en la realización de entrevistas a dueñas de casa cuya edad fluctúa entre los 65 y 70 años de edad, de las cuales extraeremos datos relevantes de aquel periodo, para formular nuestra propia conclusión y así llevar a cabo la realización de nuestros objetivos.
Cuando comenzó la dictadura, muchas vidas se vieron alteradas de su orden normal, el miedo se apoderó de las personas al punto de no querer salir de sus casas por la represión que impusieron los militares. Tal como dice una de las entrevistadas el “miedo al casco y al peso de la bota” como elementos simbólicos al poder y por ende, al terror. Así como nos relata Susana “Como a las siete de la tarde era el toque de queda. No se podía salir para afuera porque uno de por si se asustaba porque uno veía pasar puros camiones de… de militares y llegaba a brillarle lo, estas cuestiones de casco. Era igual que los… que los Alemanes.”[2]
Vivir en aquella época significaba un miedo constante a la pérdida de libertad y de acción al no poder desarrollar una vida normal. Ir a la fiestas, hacer tramites en el centro de Santiago, mandar a los niños al colegio o un hecho tan simple como salir arreglar el jardín, estaban envuelto en un sentimiento de persecución pese a no tener ninguna relación con la política. Cualquier paso en falso o ir contra la regla podría eventualmente costarles la vida.
“Y un día yo voy a cerrar la puerta por que había quedado sin picaporte la reja y veo que viene un militar así agachao, asi venia por la orilla. No podía salir ni a asomarse uno a la puerta y me hecho una de garabatos me dijo: entrate pa entro vieja tal por cual y así pero yo llegue a quedar tiritona, no podíamos ni salir afuera”[3]
Cuando le preguntábamos a las entrevistadas cómo califican este periodo, ellas automáticamente piensan en el horror y sometimiento por el cual tuvieron que pasar. Amada, una de las entrevistadas recordaba pasar por las micros y desde aquella ventanilla ver como amenazaban a un grupo de jóvenes en la pared con metralletas. Cada vez que ella recuerda este periodo se imaginaba este episodio lleno de cadáveres en el suelo. Una historia similar nos cuenta Susana quien siempre imaginándose las películas nazis para referirse a los tiempos de la dictadura nos señala los ruidos de los aviones y de los estanques, recuerda el brillo de los cascos y ruidos de balazos.
Frente a estos símbolos ellas fueron creando una imagen de la dictadura el cual el terror siempre estaba presente, eran estas cosas las que le hacían temer y tratar de estar recluida al interior de su hogar para que nada pasara. Fueron modificando su vida de acuerdo a lo que ellas mismas temían. No dejaban ir a los niños al colegio por miedo a que los militares se los llevaran, no podían salir después del toque de queda por lo que las fiestas y eventos lo realizaban de manera muy intima lo mas escondidos posibles.
Debido a esto, las personas comenzaros a crear círculos más solitarios, donde ya no existía esa comunidad que la Unidad Popular promovía con tanto esmero. Ahora se le temía a todo, incluso a los vecinos que por miedo o simpatía podían delatar o denunciar erróneamente. Se estaba perdiendo la sociabilidad para inmiscuirse a lo más interior de la casa junto a los familiares más cercanos.
Amada nos relata un episodio el cual nos confirma este cuidado hacia los demás. Su hija Isabel había asistido a la universidad Católica como de costumbre y un grupo de jóvenes se acerca para preguntarle si conocía Andrés Vargas. Ella afirmando que era su primo le dijeron que tuviera cuidado con él porque era un “soplón”. Esto nos demuestra que incluso, había que desconfiar de sus familiares. Es por esto que las familias tuvieron que ir cerrándose cada vez más por este mismo miedo del cual hemos estado hablando
Dentro de este núcleo familiar se comienzan a tomar medidas respecto al miedo que producía este proceso en las personas. Una de las primeras medidas que se establecen es dejar de mandar a los niños al colegio, ya que el periodo previo a la dictadura existió una fuerte politización de sectores que previamente no lo eran, como los alumnos de enseñanza media. Todo esto trajo consigo que luego de la dictadura, se establecieran fuertes medidas de represión en estos establecimientos que podríamos llamar “emblemáticos” por lo que, la situación era lo bastante confusa como para mandar a niños que en su mayoría eran de básica, a estos establecimientos. Además el mismo hecho de que existiera este temor frente a lo que sucede fuera del hogar hacia que existiera esta necesidad de permanecer juntos como familia.
El mundo de la dueña de casa no era fácil, frente a todas las preocupaciones que tenían referentes a su hogar, con quienes mayor cuidado debían tener era con sus hijos. Habían entrevistadas las cuales ya tenían hijos grandes y no podían mentirles respecto a lo que sucedía en la realidad. Estas personas se daban cuenta porque había días en que no podían ir al colegio o a la universidad, por que no podían salir a cierta hora del día o por que no podía relacionarse con otra gente. En el caso de los niños era diferente. Muchos de ellos no tenían la conciencia suficiente para darse cuenta lo que pasaba en su alrededor. Es por esto que las mamás para no transmitirles el mismo miedo que a ellas le agobiaba, tuvieron que recurrir a la mentira o mejor dicho a la ficción para que estos no lo percataran. La entrevistada que nos relata esto nos señala que no recuerda específicamente cuales eran las historias imaginadas que le contaba a su hijo de 10 años, pero si se acordaba que eran episodios que ambos disfrutaban y hacían vivir un momento muy agradable en contraste con la realidad.
Como vemos, estas eran las preocupaciones de una mujer que acostumbraba a tener una vida menos traumática pero que luego se vio sucumbida a la realidad inalterable y debió tomar medidas para que su familia viviera en paz y feliz y no se aterrorizara
A todo esto hay que sumarle los cambios que se empiezan a experimentar en materia económica con el fin de alivianar en parte lo que estaba sucediendo con el desabastecimiento que se venía arrastrando desde último año del gobierno de Allende.
Una entrevistada nos comenta que fue víctima de un allanamiento ocurrido en la casa de ella y de su hermana, la cual era dueña de un negocio familiar en el que se que vendía en su mayoría abarrotes y que durante el gobierno de Allende fue parte de la JAP por lo que claramente durante este periodo de dictadura, cualquier movimiento fuera de lo común hacia sospechar a los militares de que estaba ocurriendo algo fuera de lo normal. Este fue el caso de la hermana de Susana, la cual por no poder abrir a cierta hora un día, su casa fue allanada con el fin de vigilar que se vendieran bien los productos y que no se estuvieran escondiendo con el fin de obstaculizar el “mejoramiento” que promovía el gobierno de Pinochet.
“tenía un “negosito”, un negocio y en ese tiempo se compraban las cosas con la JAP, la JAP se llamaba en donde llegaba por ejemplo la azúcar el aceite todo porque estaba todo, lo tenían escondido, ¡todo razonado! Entonces se hacían unas filas inmensas para poder adquirir alimentos. Entonces no falta la gente “cahuinera”, como en todo los barrios, que dijeron que aquí al lado tenían escondido muchos alimentos y que no los querían vender, que habían aceites que tenían azúcar todo y llegan los milicos, los militares en un camión y bajan corriendo con metralleta apuntando que por que tenían que poner todo a la venta a la gente a venderle por que le habían ido a decir de que no querían vender y que tenían todo escondido en bodegas y era puras mentiras.”[4]
Sobre este tema económico volveremos más adelante ya que ahora lo que debemos analizar es este factor de invasión dentro del cual la dueña de casa debe saber actuar para volver la tranquilidad al hogar, un hogar que es invadido por extraños y que esta invasión no es de carácter pacífico si no que es prepotente por lo que si se configura como un hecho traumático. La misma entrevistada nos cuenta que por suerte ese día ella no estaba con su familia en el hogar, sin embargo su casa (que está al lado del hogar de su hermana) también fue allanada por lo que se encontraba totalmente desordenada. “Y una vez nosotros salimos, salimos con mi marido y las niñas. Ahí salimos los cuatro y cuando llegamos encontramos todos los cajones abiertos todo desarmado, por que habían allanado la casa porque mi hermana que vive al lao’”[5] Bajo este paisaje que se encuentra esta mujer y sus hijos no es extraño que estos últimos pregunten por qué pasan estas cosas y porque les pasa a la gente común y corriente que no tienen nada que ver, una visión claramente inocente de pequeños que fluctuaban entre los 10 y 12 años aproximadamente.
Sin embargo esta mujer nos relata que sus hijas que tenían once y doce años respectivamente si tenían conciencia de lo que estaba ocurriendo a su alrededor y particularmente esto sucedía luego de que en las noches, durante el toque de queda, los ruidos de tanques y de balas fueran un hecho que paso a ser cotidiano. “Y a los niños había que tratar de conversarles de que esto iba a pasar pa` que no se asustaran. Pero igual las niñas sentían los balazos porque yo estoy a orilla de calle y aquí en la casa que está en el frente de aquí empezaban a responder con balazos”[6] La Madre debía correr con las niñas a una pieza que se encontraba en el fondo de la casa con el fin de protegerse de algún balazo o conflicto que existiera fuera de la casa.
Por lo tanto estas niñas ya tenían una leve conciencia de lo que pasaba por lo que aquí es sumamente importante el rol de la mujer como madre, el poder darle la seguridad a su familia y a sus hijas. “Se iban para la pieza la que tengo atrás yo, ahí se ponían a ver tele. Yo tenía una esta y se ponían a ver una tele en blanco y negro que tenía yo”[7]
Pese a todo el miedo que se transmite en la sociedad lo que hace que el núcleo familiar se encierre dentro del hogar, este no podía ser de manera total. Las actividades más comunes dentro de una familia como el ir a comprar el pan, se hacían problemáticas por el miedo a que les pudiera suceder algo en la calle. Las entrevistadas nos narran el miedo que existía al salir más allá del radio de su comuna o de su vecindario, sin embargo, era necesario llevar el alimento a la casa y tratar de hacer una vida cotidiana y con esto volvemos a retomar el factor económico.
Con el gobierno de Pinochet se empieza a reconstruir la economía basada en un nuevo sistema neoliberal, el cual estaba a cargo de estudiantes de economía de la universidad de chicago conocido como los “chicago boys”. Este nuevo cambio en la economía se dio de manera radical y en un principio afecto a las clases más populares y creó un verdadero problema económico a nivel país, el cual con el tiempo se fue solucionando y con esto le dio facilidades a las mujeres para poder comprar productos que antes no podía. Esto lo que logro en los hogares más populares chilenos fue que pudieran comprar cosas más atractivas para una once distinta, lo cual hace que la familia pudiera hacer una vida normal dentro de su casa y compartir como si no ocurriera nada afuera de la puerta de sus casas.
Con esto se empieza a crear un sistema de estabilidad dentro de la mentalidad de estas familias y con esto una evolución pasando del miedo que sentían en un principio a un sentimiento de acostumbramiento. Esto se ve claramente en el hecho de que estas madres volvieran a mandar a sus hijos al colegio, que les permitieran distraerse con sus amigos (claramente hasta la hora que el toque de queda lo permitiera) y así darles una vida más grata y con esto una adolescencia más normal.
Esta fue la tónica que se empieza a dar en adelante hasta el plebiscito de 1988, es decir, tenemos a familias que intentan hacer su vida más normal bajo el contexto de un cierto “ablandamiento” de la dictadura lo cual es sumamente importante no solo para un relajo de la sociedad sino también para que mujeres que sentían miedo y no estaban de acuerdo con lo que sucedía en el país, tomaran conciencia y salieran a las calles a protestar por una vuelta a la democracia, esto pensando en darle una mejor vida a sus hijos y familiares para que así no pasaran mas por este miedo que sentían en un principio.
Ahora ¿Qué pasa con la memoria de ambas mujeres en la actualidad cuando recuerdan esta fecha que marcó y cambió sus destinos para siempre?
Como señala Steve Stern existe una memoria como aspecto íntimo a la cual le llama “memoria suelta”. Esta se refiere a los pensamientos personales frente a un suceso que no necesariamente está legitimado por la memoria colectiva, es más bien individual. Este tipo de memoria, en el caso de la dictadura tiene varias fuentes “la intensa politización y movilización de la sociedad chilena en los años que culminaron en la crisis de 1973; la masiva escala de la represión y el reordenamiento de la vida que sobrevinieron después del 11 de septiembre de 1973; la duración tan larga de la dictadura, y las luchas a favor y en contra de ellas”[8].
Basándonos en ésta descripción del autor, podemos desarrollar el estudio de la experiencia de la mujer dueña de casa en el periodo de la dictadura, la cual forja su memoria a través de hechos que le fueron dolorosos y traumáticos. Tal como señala Stern, durante el cuarto de siglo que le sigue a 1973, los chilenos han construido varios tipos de memorias emblemáticas que son principales para recordar y dar significado tanto a la crisis de 1973 como a la toma del poder de los militares y a la subsiguiente violencia política masiva organizada por el Estado.
Cuando fuimos a hablar con nuestras entrevistadas pudimos darnos cuenta que nos tocaron distintos casos al cual hace referencia a la experiencia traumática al cual nos hemos referido. Nuestra primera entrevistada tenía muchas ganas de hablar y de contarnos todo, lo único que quería es que nosotras, niñas de 20 años que no alcanzamos a vivir esa realidad, nos enteráramos de todas las atrocidades y horrores que tuvieron que pasar por culpa de los militares. Nos decía reiteradamente que era igual que ver una película nazi “no les digo yo… si era igual que ver una película de esas que dan en la tele de los nazi, el mismo casco y las mismas botas[9]”. Claramente a esta mujer le quedó muy grabada la figura del militar que una vez la amenazó (en el jardín de su casa) que si ella no se entraba le iba a disparar. Ella lo que busca hacer con sus recuerdos es contar, vivir para contar. El caso de otra de nuestras entrevistadas es distinto ya que en cada pregunta y en cada relato que salía de su boca había silencios, tristeza y amargura. Se notaba que el hecho de esforzarse de recordar le hacía mal. Incluso cuando se enteró que la íbamos a gravar nos dijo que tenía miedo a que estas grabaciones llegaran a los carabineros y la llevaran presa.
Nostras y cualquiera que hubiésemos escuchado esto, sabríamos que es imposible que hoy en día se la llevaran presa por decir algunas cosas en contra Augusto Pinochet, pero sabemos también que en su menoría y en su vida cotidiana quedó ese miedo constante que, como pudimos darnos cuenta, todavía perdura en ella.
E n todos los casos de nuestras entrevistadas pudimos percatar, aparte del temor, rabia e incertidumbre que las rodeaba al no poder hacer nada por sus familias. Cuando la ley impuesta era la que mandaba, por más que fuese injusta, ellas nada podrían hacer. Ellas cada vez más se iban empapando irritación cuando la vida de sus familias, de sus hijos o se du esposa se veía en peligro. “cuando entraron los militares (silencio prolongado) vinieron a buscar a mis dos hijos y se los llevaron al mayor y al menor (silencio y angustia) se los llevaron por que estaban mirando por la ventana, les llamaba la atención los ruidos que sentían allí a fuera (silencio muy prolongado) se los llevaron por que querían estos desgraciados que apagaran el fuego con las manos (refiriéndose a las barricadas) después cuando los dejaron ir mis hijos llegaron y me contaron todo[10]
En este episodio ella nos contaba que por más que trató de suplicarle a los milicos que entraron a su casa que no lo hicieran (ella no sabían para qué era y si después lo iban a dejar volver), obviamente fue en vano, su autoridad no le pesaba a los militares que tenían las facultades de realizar lo que ellos quisieran. “la bota pesa mucho mas” nos decía la misma señora.
Muchos son los casos en que la mamá hubiese deseado actuar para no dañar a su familia y no haberles hecho vivir experiencias tan dolorosas, el recién relatado ejemplifica muy bien ese rol de mamá que quería seguir cumpliendo esta señora pero que su contexto se lo impedía. Lo mismo sucedía cuando el esposo tenía que irse a trabajar. Habían momentos en que el miedo atemorizaba tanto (ya sea por cosas que decían en la radio, relato de vecinos que sus familiares jamás llegaron de vuelta a su casa cuando se fueron a trabajar, testimonios de los mismos familiares que no sabían dónde estaban) que muchas veces no hubiesen querido ir a trabajar. Primero, por lo que le podría pasar cruzando las puertas de su casa y segundo, por miedo a dejar solos a su esposa, hijos o padres en ciertos casos. Pero lo que quería demostrar el gobierno y se esforzaba por hacerlo era que todo seguía igual y que por tanto se continuara con la vida la manera más cotidiana posible (ocultando la realidad). Había que trabajar igual para poder cobrar el sueldo a final de mes.
yo todos los días esperaba con gran angustia que mi marido llegara a la casa, si ya pasaba la hora que acostumbraba a llegar yo me ponía nerviosa y se los trasmitía a mis hijos. ¿Por qué no llega tu papá? Le preguntaba al mayor. No ve que mi marido trabajaba en la CORFO entonces era complicado. A muchos los despedían, a otros se los llevaban, sobre todo a los que eran de izquierda y a los que éramos fiel al gobierno de Allende, si ellos los tenían a todos identificados, los andaban buscando por todas partes[11]
A medida que pasaba el tiempo esto ya se había comenzado a hacer costumbre. En los años ochenta ya no existía tanto la reclusión masiva de hombres para torturarlos y/o matarlos. Ahora la CNI se encargaba de buscar a las personas mayormente involucradas en la política como militantes del Movimiento de Acción Revolucionaria (MIR), del Movimiento de Acción Popular Revolucionaria (MAPU), del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) u lideres de otras agrupaciones clandestinas.
Existía por lo tanto la represión hacia personas más específica que gente común y corriente que hizo una mayor relajación en la vida cotidiana. Muchas familias volvieron a hacer sus cosas de siempre (respetando lo que el gobierno ordenaba) ya sea por que en 10 años de dictadura ya existía una cierta costumbre a la represión o por que había más “mano blanda” en este segundo siglo de dictadura.
“me acuerdo que después de muchos años, parece que tres años antes del plebiscito yo recién pude volver a celebrarle el cumpleaños a mi hijo, ir al centro a comprar gorritos y que sus amigos del colegio vinieran a la casa. Recuerdo yo que habían muchas mujeres que salían a la calle a reclamar por sus familiares desaparecidos, hacían huelgas o se juntaban entre muchas para pedir ayuda y reclamar eso al principio no sucedía[12].
Las mujeres, en especial las dueñas de casa en este periodo van a ser de suma importancia para pensar aun que sea en que estaba como una opción. A mediados de los ochentas debido a esta relajación de la “mano dura” podemos ver a este nuevo actor social donde las mujeres comienzan a salir a las calles a luchar por los derechos o tal como decía el testimonio anterior, a buscar, a pedir información. Sabían que la clave no era quedarse con miedo al interior de la casa, eran tiempos de luchar y de salir a obtener respuesta aunque se corriera el riesgo. Muchas mujeres madres, mujeres jóvenes y personas en general se movilizaron por el país. Esto significó además ver como posibilidad que ganara el sí en el plebiscito, la gente estaba perdiendo el miedo.
Cuando muchas madres, abuelas y hermanas comenzaron a buscar respuestas respectos a sus familiares desaparecidos, detenidos o personas que nunca llegaron a su hogar, nos relata una de las entrevistadas que fue muy recurrente acudir a la Vicaría de la Solidaridad para pedir ayuda y encontrar respuestas. Esta institución fue de fundamental ayuda para las denuncias que hicieron ya que las instituciones oficiales del Estado como aparatos judiciales y comisarias no eran capaz de ayudar a estas personas que las envolvía la angustia y desesperación.
a la vicaría se recurría por protección, por ¡protección! La vicaría tenía todas las listas de los desaparecidos y los detenidos y ya se sabía que los derechos humanos habían sido violados. Fíjate que en el gobierno de Allende fue donde más estuvo más próximo, mas unido con la iglesia. Eran muy amigos con el Cardenal Raúl Silva Enríquez, el tuvo mucho que ver para esas oficinas que se hicieron para recibir gente”.[13]
Este testimonio nos provee de mucha información respecto a cómo muchas mujeres fueron obteniendo información a través de instituciones no oficiales pero solidarias respecto a la lucha para que no se continúen con la violación de los derechos humanos. Muchos de los centros de memoria como el Parque por la Paz Villa Grimaldi, fue fundamental la ayuda de esta institución para sur reconstrucción. Incluso de manera simbólica el parque, le entregó las llaves del que se llamó “portón de la muerte” al padre José Aldunate en alusión de que nunca se iba a volver a abrir y por la larga lucha que hizo por la recuperación de la dignidad de las personas.
Pese a esta tranquilidad que comenzamos a ver a medida que avanzaban los años, siempre existió en nuestras entrevistadas un recuerdo obscuro y tenebroso al momento de viajar en el tiempo. No eran capaces de decir que eran comunistas pero si se definían “allendistas”. En cada testimonio, en cada palabra todos los reltados recordaban con gran nostalgia al gobierno de Salvador Allende y nos mencionaban cada vez que podían que fue un buen gobierno. Todas coincidían que lloraron cada segundo que iban escuchando todo a través de la televisión.
Es por esto mismo que sus testimonios no podemos pensarlo como la única verdad o como que fue lo único que sucedió. Ellas hablan desde el amor que sentían hacia el gobierno de la Unidad Popular. Pese a esto, no podemos olvidar que esa fue parte de su experiencia como mujeres que además eran dueñas de casa y que por lo general su rol era preocuparse de todos los sujetos que componían su familia. Muchas de ellas tuvieron que sacar a su familia adelante, hacerle sentir a los hijos que nada malo le iba a suceden si acudían al trabajo, hacerles sentir a los niños que si el papá no llegaba a la casa no era por nada malo. Si un día no podían ir a una fiesta o compartir con unos amigos debía hacerle entender de la mejor forma posible (cosa de no generar un trauma en ellos) que no podían salir de su hogar. Hasta para ir a comprar el pan tenían que ser muy precavidos. Una entrevistada nos relata que en una noche de disparos afuera de su hogar, en una avenida principal de la comuna de Puente Alto, comenzaron a sentir muchos disparos, incluso le llegó uno a su reja que todavía permanece intacta hasta hoy en día. Nosotras pudimos haber aquella marca que puede significar la marca permanente hacia ese recuerdo. ¿ Qué pasó con los hijos de aquella señora? Ella nos relataba que si bien estaba muy asustada y acelerada, debía contener sus miedos y hacerle sentir a sus hijos que todo estaba bien. Ellos sabían lo que ocurría por que tenían la conciencia suficiente para darse cuenta, pero la mamá de igual forma trataba de pintarle un mejor mundo y hacerles juegos para que se olvidaran un poco de esta realidad y no tuvieran susto ya que estos niños al día siguiente tenían que volver al colegio.
Como sabemos, estos testimonios podrían estar un poco distorsionados de la realidad pues son muchos los años que han pasado desde aquel periodo. Una actitud muy recurrente en estos testimonios es que muchos de las personas que vivieron una experiencia traumática a veces en el presente cuentan cosas que no les han pasado a ellos pero la hacen propia debido a que lo escucharon de otros testimonios. Esta actitud claramente puede estar presente en alguna de nuestras entrevistas. Quizás algunas de ellas escucho algo del periodo y lo relató como si le hubiese pasado a ella misma. Pero eventualmente lo que nos interesaba a nosotras para la realización de nuestro trabajo era simplemente el relato de su vida cotidiana. De cómo lo hacían como mamá, como esposa, como hija y como podían seguir haciendo una vida cotidiana pese a todo lo que ocurría fuera de su hogar.
Una vez realizado el trabajo de recopilación del material, especialmente las entrevistas, podemos concluir que fuimos capaces de hacer historia o al menos contar un pedacito sobre sujetos que no han sido estudiados a gran cabalidad. Quizás su papel político no tiene mayor importancia para los estudios de otros trabajos de investigación o no cumplen con algún objetivo respecto a un tema. Pero, a nosotras, personas que no alcanzamos a vivir en aquel periodo y nos quedamos con los que nos relatan nuestros padres, documentales, la prensa y libros en general es de fundamental importancia los testimonios de aquellas mujeres que miraban el telón de fondo, como mujeres dueña de casa y no como militante de algún partido o perteneciente a alguna agrupación política. Sus experiencias personales, sus vidas cotidianas, sus sueños y esperanzas son lo enriquecedor para la historia.
Quizás ellas lo único que pedían era un mundo más tranquilo y humano que no pusiera en riesgo su familia y no buscaban ser protagonistas y salvar el mundo de la dictadura. Pero de igual forma lo hicieron y son de fundamental importancia para la historia de nuestro país. Gracias a ellas, a su valentía de reclamar a sus familiares o reclamar los derechos que le correspondían fueron derrotando al régimen militar de manera gradual.
Las cosas que más nos llamó la atención en la realización de este trabajo fue la coincidencia que tuvieron las tres entrevistadas al definir aquel periodo como un momento de constante miedo y horror. Tanto así que hasta una de nuestras entrevistadas temió al entrarse que iba a ser grabada. Ese miedo que ellas nos transmitían de aquel periodo se trasmitía a través de sus palabras, de sus silencios, de sus risas incluso hasta de sus llantos. Todavía, al menos en nuestras entrevistadas existían imágenes en su memoria el cual nunca iban a olvidar.
Como pudimos darnos cuenta, el golpe militar y todo lo que continuó a éste, vino a cambiar con todos los estándares establecidos hasta ese periodo y penetró hasta lo mas íntimo de las vidas cotidianas de las personas. De una vida social, mas comunitaria donde existía un gran sentimiento de vecindad y de núcleo familiar, comienza a verse modificado por el sentimiento de miedo que hemos tratado de explicar en el desarrollo de este trabajo. Ahora se desconfiaba del vecino, el podía ser un “soplón” o hablar de mas para salvar su vida. Lo único que quedaba era ir al interior de su hogar y estar lo más unidos posible y solo entre las personas que conformaban su hogar. Tal como nos cuenta Amada que los días viernes en la noche todos los miembros de su familia se juntaban a tocar guitarra y cantar cueca para pasarlo bien entre ellos.
Pero también fue capaz de cambiar otros aspectos de la vida cotidiana como ir a comprar el pan, ir al colegio o a la universidad, ir a algún cumpleaños o salir un día al centro de la ciudad. Lo que generó la represión constante fue que muchas personas se refugiaran en el miedo y que no hicieran actividades habituales a las que estaban acostumbrados.
Es por esto que nuestra investigación se centró en este aspecto cotidiano de la vida, en este caso de las que vivían como dueñas de casa. Porque para ellas la vida tampoco fue fácil y continua. Había periodo de tranquilidad, otros de terror, otros de sumisión y otros momentos de rabia y desesperación. Pero lo importante en que detrás de cada casa, de cada hogar, puede haber un testimonio de una mujer común y corriente que pueda aportar mucho para la historia de nuestro país y para hacer memoria de los hechos atroces que sucedieron en Chile en década de los setenta y ochenta.
En este trabajo queda demostrado que las mujeres, al igual que sus hijos fueron parte de la misma realidad que tuvieron que vivir hombres y mujeres con un seño político. Para hacer historia de las mujeres es muy usual recurrir por ejemplo a militantes del MIR para que nos rebelen las grandes atrocidades del gobierno. Pero también habían otras mujeres que si bien no fueron torturadas físicamente en centros de detención clandestina, si pudieron ser familiar de alguna víctima, si tuvieron que vivir el dolor y la angustia de algún familiar detenido, sus vidas si se vieron modificadas después del golpe lo que hace que también sus testimonios sean de fundamental ayuda ya que igual hablan desde el miedo y el dolor.



[1] ALVAREZ, Rolando. Desde las sombras: una historia de clandestinidad comunista ( 1973- 1980). Santiago de chile: editorial LOM, P.9
[2] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio del 2011
[3] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio del 2011
[4] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio de 2011
[5] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio de 2011
[6] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio de 2011
[7] Entrevista a Susana Cataldo, 17 de junio de 2011.
[8] STERN, Steve. recordando al chile de Pinochet en vísperas de Londres 1998. Santiago: editorial Diego Portales, 2009.p. 38
[9] Susana Calando, 17 de junio de 2011
[10] Amada Bravo, 22 de junio de 2011
[11] Amada Bravo, 22 de junio de 2011
[12] Georgina Vargas, 23 de mayo del 2011
[13] Amada Bravo, 22 de junio de 2011

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More