La dominación Simbólica de Dios: Mujeres Entregadas al Señor ~ Microcosmos

miércoles, 6 de julio de 2011

La dominación Simbólica de Dios: Mujeres Entregadas al Señor


Durante siglos la posición del hombre por sobre la mujer se ha llegado a considerar prácticamente natural, casi indiscutible, a pesar de esto, son pocos los argumentos que nos ayudan a justificar esta jerarquía arbitraria. Sin embargo, dentro de estos podemos encontrar algunos tan arraigados a la tradición occidental que se hace casi imposible arrancarlos de raíz, uno de ellos pertenece a una de las principales religiones del mundo: El cristianismo.
Para poder ahondar en nuestro tema debemos comprender la noción de violencia simbólica definida por Pierre Bourdieu, señala que esta violencia  “(…) violencia amortiguada, violencia insensible e invisible para sus propias víctimas que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento.” (Bourdieu, 1998)


En otras palabras, la podemos encontrar en todas las instituciones, en distintos espacios, en los ritos, en la división del trabajo, en los uniformes, en estereotipos etc., convivimos a diario con ella y no nos damos cuenta de cómo y cuándo estamos siendo violentadas y/o violentados.
Las sagradas escrituras desde sus inicios se han empeñado en dejar a la mujer en un rol más secundario, además, ha sabido ejercer una violencia simbólica perpetuada en su historia hasta la actualidad y es más, ésta se encuentra representada en distintas congregaciones e instituciones, en especial de su hija más querida; la Iglesia Católica. Con esto no me quiero referir tan solo a sus opiniones vertidas contra el aborto, el divorcio, anticonceptivos, homosexualidad, etc., si no, a su manera más gráfica y más antigua de perpetuar esta violencia: El convento.
Curiosamente los únicos estudios intelectuales que logré recopilar se enfocan principalmente en la época colonial de Latinoamérica ¿Cómo podrá ser que a alguien en la actualidad no le llame la atención ver que una monja no pueda dictar una misa? ¿Cómo es que nadie se asombra de que en la actualidad sigan ingresando novicias a los conventos? Lamentablemente no podré contestar a estas interrogantes, si podré ahondar en las razones históricas, socio-culturales de la violencia que ejerce la Iglesia Católica sobre las mujeres que se han entregado por completo a la religión.
En el Génesis de la Santa Biblia se relata la creación del universo, donde una de las últimas creaciones es el hombre, “Dios” al verlo tan solo decidió crear un ser semejante a él, para esto lo duerme y a continuación le extrae una costilla para crear a la mujer. Cuando el hombre la ve le dice: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada” Génesis 2:23 (La Nueva Biblia Latinoamericana).
La nueva integrante del paraíso, llamada Eva, en vez de causar alegrías, sólo provocó desgracias a causa de su ingenuidad; comió del fruto prohibido del “árbol de la sabiduría” que le dio la malvada serpiente. Cuando “Dios” se enteró de esta desobediencia los expulsó a ambos de su preciado jardín, sin antes decirle a Eva: “Multiplicaré tus sufrimientos, en los embarazos. Con dolor darás a luz a tus hijos, necesitarás de tu marido y él te dominará.” Génesis. 3:16 (La Nueva Biblia Latinoamericana), con estas palabras condenó a la mujer culturalmente en el inconsciente colectivo de la humanidad, ya que es por culpa de la primera mujer en el mundo que el hombre tiene que salir a trabajar –una de las condenas de “Dios” al hombre por haberle creído a la mujer-, es por culpa de la primera mujer en el mundo que son expulsados de la vida paradisíaca. Es la misma culpa la que la lleva a una vida de sumisión histórica, pues esta condena no radicará sólo en Eva, si no en todas las mujeres que vendrán a poblar y a parir en el mundo. Este fue el primer eslabón en la cadena de la violencia hacia la mujer, esto le permitió al hombre aplicar un sistema de dominación para su conveniencia desembocando también en construcciones de relaciones de dominación mediante ciertas categorías creadas para ello.
Fernando Benítez en “Los demonios en el convento; sexo y religión en la Nueva España” describe la ceremonia en la que Juana Inés de Asbaje toma los votos para transmutar hacia Sor Juana Inés de la Cruz. Al momento que hace su ingreso al monasterio, las monjas le quitan sus ropas “profanas” para ponerle su uniforme – su hábito – bendito, esto representa “(…) un hacer como que la virgen se casa con Cristo, un acto esencialmente lúdico que subraya el aleluya y contradice la imposición de la reja, y es también un signo mágico.” (Benítez, 1985), al quedar encerrada (encarcelada) según la Iglesia pasa a ser un ser sagrado, ella muere para el mundo, pero vivirá sólo para Jesucristo que se ha convertido en su esposo.


Al parecer sí hay una salida en el cristianismo – que más tarde se convirtió en la religión de la iglesia universal; la Iglesia Católica-  para que la mujer se pueda reconciliar con “Dios” y esa es: casarse con su hijo y ser su madre al mismo tiempo, mediante una vida de virginidad, pobreza y obediencia, todo esto implica que la mujer que ingrese a la vida de recogimiento, deberá renunciar al mundo material, purificarse constantemente a través de la oración para conectarse con su amado esposo, vivir bajos los parámetros de total decoro. En el fondo seguir las indicaciones expresadas en la Santa Biblia:
“Asimismo, que las mujeres se arreglen decentemente, que se vistan con modestia y sencillez, que no se adornen con peinados rebuscados, con oro o joyas o vestidos lujosos. Adórnese más bien con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de servir a Dios”  1° Timoteo 2:9-10  (La Nueva Biblia Latinoamericana).
Esto implica un cierre de sí mismas, frente al mundo y frente  ellas mismas, su “yo” queda sesgado bajo los aleros de la vida santa, intentando de adaptar y contener todas las sensaciones del cuerpo que pudiesen resultar sin querer impúdicas, el temor de llegar a violar las reglas de su marido podía causarles grandes penas y grandes autocastigos (la autoflagelación era muy común en la época colonial, practicada por beatas y religiosos). Era común que cometieran pecados que podían ser una mera estupidez para cualquier mortal, pero para ellas corría un riesgo terrible, tanto con su confesor, como con Dios, pero como no son  seres extraordinarios de la familia de la humanidad, siempre había una forma de arrancar a sus necesidades de mortal. Uno de aquellos pecados mortales podía ser asomarse a la calle o que un hombre desde la calle se asomara para mirar a las hermanas e incluso, era razón de excomulgación si una religiosa salía a cerrar la puerta; ellas ahora eran propiedad de Dios y la Iglesia.
En qué se diferenciarán de la vida monástica de los frailes, curas y sacerdotes, pues es de conocimiento público que ellos realizan los mismos votos (aunque no se cumpla del todo el voto de pobreza). En primer lugar las monjas y novicias no son confesadas por una de ellas, ni siquiera por su Madre Superiora, si no que esta acción la realiza algún sacerdote, no necesariamente ha de ser un cardenal o un arzobispo, tampoco pueden dictar la misa, menos aparecerse en la capilla o iglesia, a no ser que sea la de su convento – recordemos que en la Nueva España y en las distintas colonias, las monjas aún no se hacían cargo de escuelas, esta también era labor de los religiosos – entonces ¿qué hacían las monjas? Se preocupaban de los quehaceres del convento, diversos retiros espirituales de varios días, horas y horas dedicadas a la oración, tenían algunas horas libres que la mayoría dedicaba a contestar cartas, otras tenían el privilegio de recibir visitas, algunas como Sor Juana Inés de la Cruz, la dedicaban al estudio y a la escritura. En sí la rutina de la religiosa se desenvolvía “puertas adentro” y el de los sacerdotes, curas y frailes se desenvolvían ante la sociedad, esto se puede deber a ciertas categorías de dominación que tienen que ver con dicotomías, por ejemplo: activo/pasivo, arriba/abajo, etc., siendo cada uno de esos términos correspondientes uno al hombre y el otro a la mujer, donde la mujer adquiere en este caso, los términos pasivo y abajo. En “La dominación masculina”, el autor especifica:
“Corresponde a los hombres, situados en el campo del exterior, de lo oficial, de lo público, del derecho (…); por el contrario, a las mujeres, al estar situadas en el campo de lo interno, de lo húmedo, de abajo, de la curva y de lo continuo, se les adjudican todos los trabajos domésticos, es decir, privados y ocultos.” (Bourdieu, 1998)
Las obligaciones que han de cumplir, son dictadas ni más ni menos que por los clérigos y frailes, quienes otorgaban charlas en los locutorios dictando los deberes que tenías como esposas del Señor (Benítez, 1985), es más, eran ellos los que decidían cuantas veces en el año debían hacer retiro para examinar sus faltas y hablar con Dios. La idea era llegar a parecerse lo más posible a su modelo a seguir; la Virgen María y alejarla lo más posible de la vida mundana y demoníaca. 
Sor Juana Inés de la Cruz.

Una parte crucial de su diario vivir era la confesión, la confesión podía ser el momento más trágico para alguien que pertenecía a alguna institución religiosa, ya que representaba una especie de juicio divino en vida. Lo esencial era confesarlo todo, pensamientos, ideas, experiencias y en especial los sueños, pues en ellos el  mismísimo demonio podía presentarse mediante sueños eróticos, donde la carne pide a gritos ser liberados del deseo negado. Este poder que ejercían los clérigos sobre la gente, se acrecentaba aún más cuando se trataba de alguna novicia o sor, esto tiene que ver directamente con el afán de la época colonial por buscar al diablo donde fuera y ganarle quedando así como un héroe frente al Señor y así, asegurar mejor su habitación en el cielo. Sin embrago, la confesión me deja una sensación extraña, pues Benítez y Foucault, en sus obras señalan lo intensas que eran aquellas confesiones, querían detalles de todo, qué soñó, con quién, qué hizo con aquella persona, la tocó en los sueños, de qué forma, cuando despertó se tocó sus “partes sucias” (la vagina, los pechos), etc., “(…) la pastoral cristiana buscaba producir efectos específicos sobre el deseo, por el solo hecho de ponerlo íntegra y aplicadamente, en discurso: efectos de dominio y desapego, sin duda, pero también efecto de conversión espiritual, de retorno hacia Dios, efecto físico de bienaventurado dolor al sentir en el cuerpo las dentelladas de la tentación y el amor que se le resiste.” (Foucault, 1977).
La dicotomía de la mujer demoníaca y tentación/mujer madre virginal creada por el cristianismo, los condujo a una obsesión por el cuerpo de la mujer. Si existían señoritas que se entregaban a esta vida llena de sacrificios, no iban a permitir que no cumplieran con ellos, por esto mismo había que vigilarlas en todo instante y  para asegurarse que su sexualidad era tan anulada como la de ellos. La represión de la sexualidad es una de las mayores violaciones que se producen, pues el sólo hecho de hacerles llevar un hábito pesado, que sólo deja ver el rostro, enclaustrarlas y a esto se le agrega, no mirarlas a la cara, incluso, algunos clérigos detestaban realmente a las mujeres pues se ceñían a la idea de que ellas eran las culpables del pecado original; las anulaban totalmente como sujeto individual. 

Ellas se casaron para no ser libres (bueno, en la época ninguna mujer era “libre”), se casaron para ser encarceladas y ¿por qué se casaron? Porque el matrimonio tiene una posición social y la mayoría de las mujeres ingresadas al convento necesitaban de esa posición, ya sea para escapar de la pobreza, de la prostitución, de la soledad, de la misma soltería o, como Juana Inés de la Cruz para poder escribir con tranquilidad – a pesar, de que no pudiese ser así -.
La negación de su propio cuerpo desembocó en distintos métodos de castigo y uno de ellos es la autoflagelación, método utilizado más de lo usual, mientras más lastimaban su cuerpo impúdico de mujer, foco de tentación por el cual Adán cayó ante Eva, más sentían que de alguna u otra forma su Señor las perdonaría,  “El cuerpo era algo bestial y debía ser necesario castigarlo y reprimirlo sin cesar.” (Benítez, 1985). Sin embargo, a través de esta misma técnica de castigo divino y pago de pecados en vida, podían llegar a un éxtasis jamás pensado, donde podían liberar parte de su libido encarcelada, pues esta violencia física hacia sí mismas las llevaba a un estado animal embrutecido, cegadas de violencia, se golpeaban cada vez más fuerte al unísono de sus gritos desgarradores pidiendo perdón, sin pensar que en algún momento llegarían a un éxtasis que algunos llaman orgasmo, pero esto no significa que violen sus votos, al contrario, sólo los burlan un poco para tranquilizar el deseo dentro sí.
Ya sabemos que Eva representa la causa de esta dominación simbólica sobre el género femenino, dominación que es recordada incluso, en el último testamento:
“La mujer debe ser sosegada, y escuchar las instrucciones con atenta sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que quiera mandar a su marido, sino, que se quede tranquila. Porque Adán fue formado primero y después Eva. No fue Adán el que se dejó engañar, sino la mujer, que engañada, llegó a desobedecer. Sin embargo, la maternidad la salvará, con tal que lleve una vida santa y ordenada en la fe y en el amor.” 1° Timoteo 2:11-15 (La Nueva Biblia Latinoamericana)
¡Mujeres, encontramos nuestra salvación! Hay que engendrar hijos para salvarnos de las llamas del infierno, la mujer podrá ser “alguien” si es mamá, esta moral femenina es posible verla hasta hoy en día, aún, para muchos es chocante saber que una mujer no quiere tener hijos. Además, la figura de la mujer encerrada en el concepto de “fecundidad” ha sido venerada por distintas culturas desde la antigüedad. La madre más venerada por la Iglesia Católica es; María, la virgen. Esta muchacha nazarena recibió una sorpresiva noticia por parte de un ángel en su propia casa “Alégrate tú, la Amada y la Favorecida” Lucas 1:28 ( La Nueva Biblia Latinoamericana), después de este saludo, el ángel le cuenta que quedará embarazada y que a este hijo deberá llamarlo Jesús, ella queda muy extrañada debido a que no ha tenido relaciones sexuales a  lo que el ángel le contestó que “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (…)” Lucas 1:35 (La Nueva Biblia Latinoamericana).
María acepta este desafío junto a su futuro marido José, quien también fue visitado por un ángel para explicarle que Dios la había elegido para que trajera a la tierra a su hijo. Juntos emprenden una vida llena de sacrificios por y con el Niño Jesús.
Los hombres que se entregaban a la vida monástica, al igual que las beatas se casaban, pero con la Virgen, según Benítez Antonio Núñez amaba tanto a la virgen que lloraba con sólo mirarla “y sostenía con ella prolongados coloquios amorosos” (Benítez, 1985). Para la mayoría la única mujer buena en el mundo había sido la madre del Niño Jesús.
Lo que me parece curioso es que haya fecundado por obra y gracia del Espíritu Santo, término que en toda la Biblia no sale especificado con claridad a qué se refiere con Espíritu Santo; en la mitología griega si un dios quería “embarazar” a una mujer de la tierra, se hacía pasar por su marido o por algún otro personaje, para que la chica en cuestión cayera sin sospecha, aunque había casos en que sí las enamoraban y el coito se nombraba sin ningún problema ¿por qué será que en el cristianismo cuando Dios embaraza a una mujer lo hace prácticamente por arte de magia? Porque Dios no es hombre, no se sabe bien que es, ni como es, a pesar que según la religión, fuimos hechos a su imagen y semejanza. A diferencia de los dioses griegos, Dios es considerado como un ser misericordioso, bueno; perfecto y en esa perfección no hay rasgos humanos– a pesar, de que si los encontramos cuando desata su ira en el Antiguo Testamento – y el coito en sí, es un rasgo netamente terrenal y Dios si quiere “embarazar” a una virgen, no puede quitarle su estado de virgen, porque es el estado más puro que podemos encontrar en el ser humano. Recordemos que para la religión, todo lo que tenga que ver con el sexo es sucio, porque el sexo es netamente un placer de la carne.
Ahora bien, si la mujer sólo se puede salvar siendo madre y las beatas deben conservar el celibato ¿cómo se salvarán entonces? Sencillo; en algún momento mencioné que las novicias se casaban con su hijo y al mismo tiempo eran su madre, de esta forma pueden cumplir con el estereotipo que Dios desea; la pureza virginal y la maternidad. “En el convento abundaban las esculturas del Niño Dios, lo cual establecía nuevas ficciones alucinantes. Las monjas eran esposas de un Cristo adulto y madres de ese mismo Cristo cuando era Niño” (Benítez, 1985), según cuenta el autor jugaban a ser madres, cambiándole los pañales y vistiéndole con nuevas ropas, pero al mismo tiempo se entregaban con fervor a su marido, algunas tal como jugaban a ser madres, jugaban a ser esposas. Si lo pensamos detenidamente es una relación un tanto edípica, pues crían un hijo para que sea su marido en teoría y muchas de ellas de verdad lo creían. “Las monjas son las nuevas vestales de un Dios que nació de una virgen.” (Benítez, 1985). Algunas de ellas le entregaban todo su amor mediante la escritura, llegando al éxtasis por medio de sus versos personales los que lograban hacer una conexión mística y amorosa con Dios, “En la experiencia Mística el individuo emerge de la nada buscando al Otro en un diálogo siendo este un diálogo angelical.” (Navarrete, 2004).

En la época de Nueva España del siglo XIII muchas beatas tuvieron problemas con el  clero, debido a que estaban ocupando otro tipo de técnicas para llegar a Dios, sólo con el afán de buscar su predilección, Dios es un marido polígamo y hay que luchar para conseguir la mayor atención posible, algunas utilizaron la autoflagelación para asegurar que tenían estigmas en su cuerpo (Araya, 2004), esto las condujo al Juzgado más temido de la época: la Inquisición, que catalogó a muchas como herejes. El problema radicaba principalmente en la manipulación y en las mentiras que creaban para sentirse y demostrarse más santas que las demás. Lamentablemente esto se asociaba con “la naturaleza de la mujer”, la histeria, término que se aferra al estereotipo de la mujer demoníaca y tentadora. “(…) el cuerpo de la mujer fue analizado – calificado y descalificado – como cuerpo integralmente saturado de sexualidad, según el cual ese cuerpo fue integrado, bajo el efecto de una patología que le sería intrínseca (…) la Madre, con su imagen negativa que la mujer nerviosa, constituye la forma más visible de esta histerización.” (Foucault, 1977).
La monja es madre y esposa y, ha de cumplir con los deberes que su sociedad le imponen, que son más exigentes que los “deberes” de cualquier otra esposa mortal. Dios, según mi punto de vista, es uno de los seres más machistas de los que he tenido conocimiento, quiere subyugar a la mujer a una vida según sus escrituras “ideal” tras el encarcelamiento de su propio ser, de su propio cuerpo de su propio yo, de ser mujer, de sentirse mujer, de conocerse a sí mismas, privándolas de toda sensación que pudiera causar placer en la carne. “Su sexo es tan ardiente que debe ser preservado haciéndolas invisibles a las miradas de los hombres y situándolas en un espacio guarnecido de murallas y rejas cruzadas de puñales.” (Benítez, 1985).  Muchas cayeron en prácticas un poco desconcertantes porque probablemente, necesitaban creer que realmente estaban casadas y que realmente habían fecundado a un hijo, al igual que la Virgen, probablemente estaban celosas de esa imagen, pues ella había sido elegida por su Dios para cargar a su hijo.
Para finalizar quiero dejar en claro, que mi intención no es decir ¡Monjas del mundo uníos! ¡Rebélense contra su religión! ¡Quítense el yugo de la Virgen y de Eva! La verdad, sólo estimaba revisar esta religión y revisar uno de los lugares más olvidados del catolicismo y claramente, intentar demostrar y de vislumbrar la violencia simbólica que posee la Biblia. Mostrarles a las distintas mujeres que profesan esta fe, que se violentan a sí mismas día a día. Por último me di cuenta que lo que decían en Misa que “todos somos hijos de Dios e iguales ante él” es mentira, el hombre es su hijo predilecto, las mujeres y los homosexuales hemos de someternos para poder pertenecer a su familia.















Bibliografía


Araya, A. (2004). De espirituales a histéricas: Las Beatas del siglo XVIII en la Nueva España. Santiago.
Benítez, F. (1985). Los demonios en el convento; sexo y religión en la Nueva España. México : Era.
Bourdieu, P. (1998). La dominación masculina . Barcelona: Anagrama S.A 2000.
Foucault, M. (1977). Historia de la Sexualidad I, la voluntad de saber. Madrid: Siglo veintiuno.
Navarrete, E. M. (2004). Cuerpos consagrados a Dios: La experiencia mística y la liberación de los sentidos a través de los escritos de la Madre Francisca de la Natividad y los de la Madre María de San José. América, siglo XVII. extraído en: http://www.anuariopregrado.uchile.cl/articulos/Historia/AnuarioPregrado_Cuerpos_consagrados.pdf
Varios Autores (1972), La Nueva Biblia Latinoamericana, Madrid, Paulinas

5 comentarios:

Excelente publicación!! :D no tengo mucho talento para esto pero le pondré emepeño! :D

excelente, además agregar que las monjas al interior de la iglesia, no gozan del mismo estatuto juridico de los clerigos... muy buen post arlette :)

'La mayor parte de la población de América Latina se considera católica en mayor o menor grado, (exceptuando Cuba, en donde el catolicismo se extiende a poco más de la mitad de la población). El país con mayor cantidad de católicos en el mundo es Brasil (139,5 millones).' [Wikipedia]

Complicado panorama en Nuestra Región. Sin embargo, me parece Novedoso Analizar las Prácticas y Creencias Religiosas desde el Simbolismo, creo que así la conversación se encausa directamente a las personas mismas, las cuales 'fueron' libres de acceder a un sistema de creencia eminentemente Simbólico, y no se habla en términos de ataque hacia su credo ( en tanto Herejía y/o Blasfemia).

Buen Trabajo!

Saludos.

Muy bueno! Gracias por el análisis!

Al privar a la mujer del placer, priva también al hombre de poder acercarse al misticismo por medio de la mujer.

Esto que expresas es un engranaje más de una maquinaria para privar al ser humano de conectarse consigo mismo, con la naturaleza y la realidad.

Gracias!

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