Arquetipos Femeninos; un prisma desde donde pensarnos y redescubrirnos ~ Microcosmos

martes, 17 de enero de 2012

Arquetipos Femeninos; un prisma desde donde pensarnos y redescubrirnos





Detengámonos un segundo. Es cosa de observarnos y tomar consciencia: las mujeres de hoy, desplegamos diversos personajes, somos bastante camaleónicas, conquistamos cada vez más libertades, transitamos nuevos espacios públicos, y salimos al mundo, a explorar y aportar, en aquel lugar que por siglos nos fue negado. ¿Cuántas conquistas en la sociedad hemos ganado? ¿Cómo somos las mujeres hoy día?, ¿De qué forma hemos cambiado?...Hemos ganado espacios; ¿ha cambiado el significado de ser mujer?

Son varias preguntas, no tan simples de responder, y sin duda, todas ellas se relacionan además con los cambios en la Psiquis, o mundo interno de la mujer. Es en el plano del psiquismo femenino, en el que quisiera introducir el tema de los arquetipos femeninos, pertenecientes a la perspectiva de la Psicología Jungiana, que hace posible  observar distintas “personalidades” de la mujer; explorando la infinitud del  mundo interno femenino, que sin duda se remueve y enriquecerse incesantemente en nuestra agitada época.

Es sabido que la Psicología desde sus orígenes (finales del siglo XIX) hasta la actualidad, ha planteado distintas teorías que permitan comprender o describir el comportamiento humano y/o el funcionamiento de la Psiquis. De este modo, a lo largo de la historia, van desplegándose diversas corrientes de abordaje frente a estas temáticas, emergiendo teóricos relevantes, como Carl Jung (1875-1961). Este autor -dentro de su vasta obra-, desarrolla el concepto de inconsciente colectivo, entendido como un “sustrato profundo de la mente, que contiene experiencias y mensajes primordiales de la humanidad, y está conformado por los llamados arquetipos” (Narea, 2011).
Entonces, dentro del inconsciente colectivo Jung sitúa los arquetipos. Éstos pueden ser entendidos como: ideas o formas preconcebidas, que actúan sobre los individuos, determinando sus acciones y comportamientos” (Álvaro, Fernández y Saiz, 2007). Serían así, experiencias compartidas por todos los seres humanos, organizadas bajo la forma de arquetipos, que reúnen una sabiduría común a toda la humanidad, y que se ubican dentro del inconsciente colectivo.

En otras palabras, la idea de arquetipo, tiene que ver construcciones culturales que nos remiten a asociaciones y símbolos, que todos de alguna manera hemos incorporado al estar insertos en nuestra sociedad. Por ejemplo, algunos arquetipos como, la madre, el héroe, la doncella o el sabio, nos remiten a ciertos símbolos e ideas, comunes a todas las culturas de la humanidad.

Lo interesante es que a partir de las ideas de Jung, discípulos y autores posteriores profundizan y enriquecen sus planteamientos, como es el caso de Shinoda Bolen, psiquiatra y analista Jungiana, cuyo principal objeto de estudio es la psicología de la mujer. Esta autora desarrolla los llamados “Arquetipos Femeninos”, que permiten diferenciar distintos tipos de personalidad femenina, comunes a todas las mujeres, independiente de su etnia, nacionalidad o cultura.

Bolen ahonda en el estudio de la mitología griega para revelarnos la relación entre las diosas de la antigüedad clásica y los arquetipos femeninos, pues las representaciones que tenemos acerca de la mujer, tienen sus raíces en los mitos de la antigüedad. A partir de sus escritos, la autora abre muchos horizontes acerca de la psicología de la mujer, facilitando la autoexploración, la búsqueda de sentido, y el autoconocimiento.

Me parece interesante apreciar las descripciones arquetípicas, y tomar conciencia acerca de cómo han estado presentes en toda mujer, desde épocas remotas, sufriendo algunas variaciones en cuanto al predominio de unos sobre otros. Por motivos culturales, algunos arquetipos se han hecho presentes por sobre otros, pero parece que hoy día estamos explorándolos todos, incorporándolos y de alguna manera integrándolos en una sola mujer, gracias a los distintos roles y espacios en que transitamos.


Ahora bien, ¿cuáles son los arquetipos femeninos?

Según Narea (2011), es posible situar los arquetipos según las 3 grandes fases del ciclo vital de la mujer: Juventud-madurez-vejez. Así, a etapa de la juventud corresponden los arquetipos de la Doncella, la Salvaje y la Heroína; luego en la madurez, la Amante, la Esposa y la Madre, y finalmente en la vejez, la Abuela, la Sanadora y la Sabia.
Veamos una breve descripción de cada uno de ellos, a partir de la revisión que realiza Narea (2011):


La Doncella (mito de Perséfone) 

Surge en la transición de niña a mujer, y representa la inocencia, la ingenuidad y la inconsciencia de los propios deseos. En este sentido, es como si la doncella se “dejara llevar”, en toda situación, y también en su relación de pareja. Este arquetipo no se plantea metas claras, y el trabajo no es fundamental en su vida, pero es capaz de ser muy intuitiva y creativa.


La Salvaje (mitología de las Ménades) 

Este arquetipo implica el descubrimiento de la sexualidad y la agresividad, buscando el goce a partir de los propios instintos. Formar una familia es secundario, pues la autorrealización está puesta en la lucha por sus ideales. Además, la salvaje se caracteriza por ver a otras mujeres como sus hermanas, luchar por ideales personales, y sentir cierto rechazo hacia aquellas mujeres que se someten al modelo patriarcal.


La heroína (mito de Atenea) 

Surge cuando nos contactamos con nuestros profundos ideales, en una actitud de guerrera que lucha por lo que considera justo. En este arquetipo descubrimos las causas que nos movilizan y otorgan sentido a nuestras vidas. Al mismo tiempo, prima el intelecto y la razón, por sobre el mundo emocional, al servicio de la consecución de sus metas.
Avanzando en el ciclo vital, encontramos la madurez, que se relaciona con los arquetipos de la amante, la esposa y la madre.


La amante (mito de Afrodita) 

Este arquetipo ha sufrido grandes transformaciones en su valoración cultural, pues se asocia con la sensualidad, sexualidad y el erotismo. En este arquetipo la sexualidad es fundamental, y debe ser experimentada, practicando el arte de la seducción de distintas formas, disfrutando del sexo plenamente, sin la necesidad de crear un compromiso con el otro.


La esposa (mito de Hera) 

En este arquetipo, las relaciones apasionadas y breves ya no satisfacen, por lo que se busca el compromiso que perdure en el tiempo para sentirse amada y acompañada (no necesariamente matrimonio). Es uno de los arquetipos más vulnerables, pues para cultivar un amor verdadero, la esposa debe abrir el corazón y con ello, exponerse al riesgo de ser traicionada y/o salir herida. Se puede ser esposa (en el sentido de un fuerte compromiso afectivo) con una pareja, o con amistades.


La madre (mito de Deméter) 

Este arquetipo es particularmente poderoso en nuestra cultura, pues desde la antigüedad, la “Diosa-madre” constituye una explicación mítica de la creación de la vida y el universo. A pesar de que el patriarcado anuló a “la Diosa”, aún hoy, ser madre representa un lugar sagrado; en tal sentido, en la cultura judeo-cristiana, la virgen maría encarna la idealización de este arquetipo como una madre abnegada y compasiva. Al estar en este arquetipo, se busca ayudar, y proteger a otros, y desde el mismo rol de madre, es posible centrar el sentido de vida en la crianza de los hijos.
Finalmente, en la etapa de la vejez, se encuentran los arquetipos de la abuela, la sanadora y la sabia. 

La abuela (mito de Hestia)
Este arquetipo se relaciona con la llegada de la menopausia, momento en que es propicio establecer una profunda introspección. Al estar en este arquetipo, nos volvemos intuitivas con nosotras mismas, y con los que amamos, existe un disfrute de la soledad, y somos capaces de mirar nuestros errores y heridas, perdonándonos compasivamente. La abuela se caracteriza además por ser muy acogedora y crear ambientes cálidos, siendo un refugio para los otros.


La Sanadora (Kuan Yin en la mitología China)
Situándonos en la vejez, este arquetipo se relaciona estrechamente con el sufrimiento y las pérdidas (viudez, seres queridos, amistades). Entonces, a partir del dolor, la sanadora es capaz de reconocer la finitud de la vida, y además comprender en carne propia el sufrimiento de los demás. Desde ese lugar, ella puede ayudar al resto, incentivando en los otros la autoexploración de los propios dolores, y la autosanación.


La vieja Sabia (mito de Hécate)
Al final del ciclo de la mujer, emerge con fuerza este arquetipo, relacionado con el desapego a lo material, la humildad, y la cercanía de la muerte. Además invita a buscar respuestas a preguntas existenciales en nuestro interior, por tanto, se liga a la intuición y espiritualidad. Al estar en este arquetipo vamos más allá del ego, contactándonos con nuestra propia voz interna.
 Es importante considerar que las autoras plantean que todos los arquetipos pueden ser vivenciados en distintas etapas de la vida; es decir, a pesar de la distinción por fases del ciclo vital, una mujer puede transitarlos todos ellos independiente de la edad que tenga.


¿Por qué conocer los arquetipos y reflexionar en torno a ellos?
En una historia de miles de años, si bien el género femenino tradicionalmente ha constituido el pilar del desarrollo de la familia, lleva tan sólo unas cuantas décadas abriéndose paso en el mundo intelectual, político y en la toma de decisiones fuera de la institución familiar. En este contexto, es absolutamente necesario comenzar a mirarnos, pensarnos, y narrarnos desde otros escenarios, y es en este punto que cobra relevancia el estudio y profundización de teorías de personalidad femenina. Explorando estos conocimientos, podemos re-pensarnos, describirnos con nuestras propias voces (no exclusivamente las masculinas) y desde allí expandir el autoconocimiento (como vemos, dejamos de ser solamente doncellas, y hoy por hoy somos capaces de ser también  heroínas).


Este breve ensayo pretende introducir los arquetipos femeninos, como parte de una particular cosmovisión, en que es posible apreciar los distintos dominios de acción que permiten cada uno de ellos, y por ende, cuestionarnos, re-descubrirnos, y enriquecernos en nuestro desarrollo como mujeres de esta época histórica particular. Los arquetipos que siempre nos han acompañado, están transmutándose, la mujer ya no es sólo la esposa o la dócil doncella, es también una heroína, una amante y una infinita sabia, que necesita y debe sacar la voz en el mundo, para hacerlo más habitable. 

Creo que hoy en día necesitamos flexibilizar, enriquecernos aún más, y situarnos en el mundo, junto con el desarrollo una personalidad que nos permita ser una heroína llena de proyecciones y metas, una mujer salvaje y amante, para gozar y disfrutar la vida, una sanadora para nosotras y el resto, una compasiva madre en lo real o lo simbólico, sin nunca perder a la doncella, para poder seguir creciendo, desde ese fecundo lugar…

5 comentarios:

No tengo estatura para comentar, solo puedo agradecer y felicitar por este aporte tan bien escrito.

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

me encantó en verdad la visión que le dieron, no tenía claridad exacta a pesar de manejar el concepto, mis felicitaciones ;)

Paz C.

Me encanta la Salvaje!
Si bien los arquetipos están bastante acotados, creo que sí responden a un modelo de ver el mundo, o sea, que tiene que ver con la raza o más bien con la idiosincracia. Por ejemplo, en chile predominan unos con mucha más fuerza que otros (como el de la "madre/esposa abnegada").
Así que como diría Unamuno: "el racismo se cura viajando [así como el fascismo se cura leyendo]"

Saludos.

Se siente raro sentir que los e vivido casi todos a pesar de mi corta edad...

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