A recuperar nuestros cuerpos y nuestras vidas ~ Microcosmos

lunes, 15 de agosto de 2011

A recuperar nuestros cuerpos y nuestras vidas

Dicen que los cambios comienzan por casa, y la casa propia de cada quien es su cuerpo. Nos lo están quitando. ¿Conoces tu cuerpo?. Los cuerpos además de desarrollarse naturalmente tambien son construidos y no por casualidad...

Por Claudia y yo.
(encadenada por la moda)
Fuerza de la estructura en la construcción histórico-social de los cuerpos
Una estructura es por definición un sistema que opera como sustentáculo de la realidad conformada por más de un individuo, no trata de la mera yuxtaposición de elementos, más bien versa sobre la concatenación de un todo articulado. La garantía de su funcionalidad se basa en normas e ideologías que legitiman dicho sistema, a partir de las cuales se limita el campo de acción marginando toda posibilidad excepto una, aquella que establece la norma. “Se habla así mismo de estructura como un conjunto de operaciones efectuadas sobre un grupo o elementos de un grupo, tales que cualquier operación que se efectúe ha de dar por resultado un miembro del grupo.” (Ferrater, 1981, p.1041) Definida de esta manera, podemos argüir que una estructura se perfila como un campo de dominio del cual no es conveniente desvincularse, ya que cualquier desacato o transgresión a la regla implica sanciones directas o indirectas que se concretan en la marginación, cosificación o vinculación con la condición de salvaje, inculto, bárbaro, incivilizado.

Pero una estructura no opera como organismo autómata, ni se ha configurado por sí sola, a pesar de que posea una dinámica interna. Ha sido, más bien, la injerencia humana la que ha concebido e instituido dichas estructuras otorgándoles una forma, y estableciendo su normatividad[1]. No obstante, cabe señalar que la estructura, como expresa Bourdieu (1998) es una constante transhistórica, es decir, trasciende el momento de su creación y se proyecta en el tiempo y en el espacio, constriñendo todo a su paso al arquetipo originario. Es por este motivo por el cual una sociedad cualquiera que nace en el seno de un sistema prescrito, queda arraigada a un orden preestablecido. Símbolos e imágenes, teorías y comportamientos, se erigen como axiomas legitimados, se introducen en el inconsciente humano, forman opinión, y reproducen un modelo que es siempre la ideología manifestada como vanguardia (lo que está de moda). “La ideología se cristaliza como un mapa en la memoria (…) se expande como un virus (…) nadie la ve, nadie la siente, nadie la toca: pero todos hablan por su boca” (Sepúlveda, 2011, p. 15).
Para comprender cómo es que se construyen socialmente los cuerpos, hemos de rastrear la matriz ideológica que da forma y permite andar al todo funcional. Es necesario desvelar los residuos imaginarios de las estructuras totalizantes que han sido legitimadas en el curso de la historia como soporte configurador de nuestros cuerpos, tanto de hombres como mujeres.
Nuestros cuerpos humanos han sido construidos, estructurados y normados, desde un aparato ideológico machista falocrático, que subyace a nuestra experiencia cotidiana. Es el efecto de una dominación simbólica de esquemas de percepción, apreciación y acción, una especie de lenguaje performativo simbólico, al cual se le ha dado un excedente de créditos, el que genera todo un orden de jerarquías y funciones para los cuerpos.
Dussel (1977) expresa lo siguiente:
El nacimiento se produce siempre dentro de una totalidad simbólica (…) Es en una familia, en un grupo social, en una sociedad, en una época histórica, que el hombre nace y crece, y dentro de la cual desplegará su mundo de sentido (p. 28)
Poderes fácticos de enajenación
Moda, publicidad, medios de comunicación masiva, y las ciencias, pregonan ideologías que forman, legitiman y reproducen parte de la totalidad simbólica a la que estamos adscritas. Y, específicamente, son los ritos de estos campos de acción quienes certifican la hegemonía del dominio masculino y la lógica interna del falo-logo-centrismo. El cuerpo de las mujeres es sometido al cumplimiento de un rol inalterable. Los discursos centralistas dominantes construyen y norman a las mujeres, desde su periferia, como el otro; le imponen una fijeza de identidad, y lo que es peor, invalidan su alteridad.
La moda del centro, diseña y ofrece al mercado mundial, ropas para mujeres que intencionalmente se ceñirán a nuestra figura, promoviendo la estandarización[2] y la sobreerotización de lo que conocemos como femenino.
La publicidad actúa como soporte de la moda y vanguardia, ya que masifica un ideal absoluto de lo que se trata ser mujer, de las maneras más chocantes que existen: gigantografías en la calle, spots publicitarios en la TV y páginas completas en los periódicos, promoviendo una estandarización estética. Por ejemplo, la imagen cliché de “rica, pero tonta”, “la rubia deseada” y “la mujer bombero” (de Bourdieu).
Por otra parte, la publicidad intensifica la estandarización doméstica, en la cual podemos encontrar a la “la madre perfecta”, “la esposa abnegada”, “la madre enfermera-chef-cenicienta”, en fin, una sobrecarga de determinaciones que enajenan a las mujeres en su accionar. Ninguna de estas acepciones contempla su autonomía ni menos su libertad. Por el contrario, estos valores son reemplazados arbitrariamente por productos de aseo, cocina y ornamentación.
Las Comunicaciones[3] y las Ciencias, también se perfilan como instituciones que validan la estructura falocrática y las “formas virulentas de opresión” (Haraway, 2010, p.63). Ambas emplean el poder de sus discursos con la finalidad de legitimar prejuicios y falacias. Hay demagogia y medios de control de masas disipadores de ideologías cuyo eje valórico nítido además de la libertad de consumo es la estereotipación de la mujer femenina, ama de casa y madre perfecta. Lo mismo con las Ciencias, se investigan, comprueban y publican hipótesis que favorecen el discurso dominante oficial, justificando la colonización de la peculiaridad de la naturaleza.[4]
Todos los poderes fácticos hasta aquí brevemente examinados, son reforzados por instituciones de mayor renombre y tradición. La iglesia católica (principalmente en occidente) pretende extraer el nomos social desde un proceso netamente natural para justificar la eterna subordinación de la mujer a la masculinidad. Según Gén.3:16 (Nueva Biblia Latinoamericana) manifiesta: “A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos. Con dolor darás a luz a tus hijos, necesitarás de tu marido, y él te dominará»” Lo que hace es debilitar y agravar la facultad de parir, justificar el dolor en razón de una supuesta inferioridad y perpetuar la imagen de las mujeres como dependientes del poder masculino, como condición sine qua non de su existencia. [5]
La enajenación de facto también se refleja en la concepción de la mujer como espacio de privación. Freud (1933) es uno de los principales responsables teórico y paradigmático de la concepción del cuerpo femenino como carente de, en diversos aspectos, como cuando se refiere a la mujer castrada, teoría que refuerza con la noción de la feminidad como enigma, siempre abordada desde el misterio y la problematización.
Freud, entre tantos otros, parece dar por sentado que existe una división natural[6] entre la mujer y el hombre, vinculada a la dialéctica del amo y esclavo, en donde el cuerpo de las mujeres se construye bajo la lógica de dominación masculina, al menos así lo apunta su explicación psicoanalítica, justificando además la cómoda posición masculina desde el rol superior, mientras que la mujer reside en lo inferior. Para completar la visión de Freud de este problema, lo hacemos explicitando su aprobación al paradigma falocrático: “Así, pues, con el descubrimiento de la falta de pene, la mujer queda desvalorizada[7] para la niña, lo mismo que para el niño y quizá para el hombre.” Vemos así una extrapolación de la visión social que se tiene de la mujer.
Al concluir su conferencia, avala la desposesión de nuestros cuerpos como destino infalible: “Si queréis saber más sobre la feminidad, podéis (…) esperar a que la ciencia pueda procuraros informes más profundos y más coherentes.” (p. 540)
El primer blanco de privación es el propio cuerpo. Desde los cinco años de edad, aproximadamente, existe una breve etapa de empoderamiento (palabra con la cual queremos manifestar la toma real y fáctica de nuestras vidas. Autonomía y autogobierno sobre nuestros cuerpos), y aquí hablamos desde nuestra propia vivencia, cuando a la hora de la higiene somos nosotras solas las que lo realizamos. Este período de incipiente libertad comienza a verse intervenido -tras el fomento de la propia dinámica fisiológica y el desarrollo de nuestros órganos sexuales- ya que con la menarquia se acude, en la mayoría de los casos, al ginecólogo para constatar la normalidad del cuerpo. Progresivamente, el cuerpo de las mujeres comienza a encarcelarse, se tiene una percepción muy negativa de los procesos naturales por parte de las mujeres mismas. Las instituciones, por su parte, se encargan de agudizar esta percepción generando instancias y abriendo espacios a los que las mujeres pueden acudir libremente a depositar su organismo. Esto ocurre indiscutiblemente con todo el proceso de gestación y parto; aquí subyace una confianza exacerbada hacia la medicina y quien la ejerce. A pesar de que somos las mujeres quienes llevamos en nuestro vientre a nuestr@s hij@s, no somos protagonistas del parto, es el equipo médico quien se hace cargo de sacar a la guagua y entregarle el primer contacto, además de someterla a múltiples “procedimientos de rigor”. Con este sistema de parto asistido las mujeres nos desentendemos de esos primeros momentos y reproducimos automáticamente la desposesión de un nuevo cuerpo.
A este ritual de enajenación viene a sumarse la gran influencia mediática de la farmacéutica sobre la fase de menopausia, existe una gran presión social acompañada de campañas publicitarias que promueven el sentir menopáusico como una enfermedad a la cual hay que hacer frente mediante el uso de medicamentos y frecuentemente de psicólogos y antidepresivos. Lejos de ver la menopausia como un momento más de la sexualidad femenina, se le ve con desagrado y su tratamiento es violento.
La luz de esperanza que aparece en la etapa de incipiente libertad se ve truncada por lo anteriormente descrito, y en el fondo es porque no tomamos conciencia del hacernos responsables de nuestras vidas. Porque resulta menos complejo delegar acciones que son propias de cada ser humano.
Nuestros cuerpos de mujeres han sido invadidos y violentados por imaginarios[8] y fetichismos[9]. Nuestras vidas han sido reducidas a dos principios ejes de la dominación masculina; inferioridad y exclusión son nuestros estandartes por obligación. Hemos sido relegadas a lo oculto, condenadas a satisfacer los esquemas de la libido dominandi del macho noble y viril, coaccionadas a cooperar en el sistema que se nos aliena. Sí, nuestros cuerpos de mujeres han sido histórica y sistemáticamente violentados, cosificados, privados, colonizados, alienados, y mistificados. Es en este orden de concepciones en el cual queda circunscrita nuestra alteridad. Ejemplos que saltan a la vista: nacer en el cuerpo de una mujer y ser vestida con atuendos color rosa, nuestras orejas perforadas, transgrediendo sin más la inocente libertad de una nueva vida, a la llegada de nuestra menstruación llamarla “regla” como si se tratase de algo a lo cual obedecer, o “enfermedad” como si fuera una alteración de nuestra salud y esconderla con toallas higiénicas, porque sangrar por la vagina es símbolo de suciedad, empastillarnos con predual® o alguna píldora de similares efectos porque el dolor es insostenible, abstenernos del placer sexual que implica el parto, y expresar abiertamente, una vez extraída la criatura desde nuestro vientre, “He mejorado”, y luego repetir estas mismas prácticas como si se tratase de un círculo vicioso.”Se nace desde el útero materno y se es recibido en los brazos de la cultura” (Dussel, p. 27)
Empoderamiento y desmedicalización
Desde la perspectiva de Foucault (1976), dado que la sexualidad históricamente se ha encontrado en un lugar silencioso, fue precisamente uno de los temas favoritos de la confesión. Se le incitó a la sociedad a que hablara de sexo y no como algo ad portas de ser prohibido, sino como un tema susceptible de ser dirigido; el sexo ahora forma parte del poder público. De esta forma, la estructura y sus dispositivos de poder se concentran en producir discursos útiles y públicos desde la sexualidad. Foucault le llama a este procedimiento policía del sexo, refiriéndose a su necesidad de reglamentación, puesto que la sexualidad será un blanco de intervención.
Se toma entonces a la población como un cuerpo constituido, sometido a análisis, estudios y estadísticas, normando así los cuerpos de los individuos, transformándolos en un arquetipo, borrando las diferencias y la exclusividad de cada una de nosotras y nosotros promoviendo el miedo a la anormalidad. Dada esta propagación de la norma, se genera en el inconciente colectivo una especie de verdad versus falsedad en cuanto a la sexualidad. Muchas mujeres se preguntaron –y probablemente lo sigan haciendo– si es normal su capacidad sexual o si el hecho de no sentir un deseo sexual constante por su pareja implica que esté enferma.[10]
Así, la medicina, bajo el estandarte de la salud, ha invadido nuestro cuerpo hasta las vísceras con la intención de que le entreguemos toda la información posible y actuar en base a sus parámetros: nos fastidiamos en la micro o en el metro, generamos un síntoma, vamos al médico, nos diagnostica una enfermedad, compramos el remedio en sus farmacias, las farmacias hacen publicidad con el stress, volvemos al síntoma y así sucesivamente.
A este proceso se le llama medicalización de la vida, proceso por el que eventos y características de la vida cotidiana se convierten en problemas médicos y, por lo tanto son estudiados y tratados por médicos y otros profesionales de la salud. A este proceso también se le puede entender como promoción de las enfermedades.
Este suceso también considera una gran variedad de manifestaciones, como las fases normales del ciclo reproductivo y vital de la mujer (Márquez y Meneu, 2007). Uno de los problemas de la medicalización es que conlleva la marginación de cualquier modo alternativo de lidiar con los síntomas, ya sea por nuestros propios medios o por la medicina alternativa. Existe el descarte por querer sanarse un@ mism@.
¿En qué consiste la enfermedad? Estaremos de acuerdo si decimos que también se trata de una construcción social, pero no absolutamente, no queremos caer en el extremo de afirmar que las enfermedades sean una fantasía. Pero los parámetros de la patología son flexibles y se relaciona estrechamente con el nivel de “desarrollo” de las sociedades. La oferta de salud es directamente proporcional a la percepción de las enfermedades, del riesgo, de contagio. Así, es más la gente que reclama tener problemas, necesidades y dolencias. Puesto que la medicina es una dinámica que se desarrolla verticalmente, como la mayoría de las dinámicas de la estructura, los pacientes no participan en su actividad, siendo así, puede que se le esté “conduciendo a la gente a una forma de vida que quizá no desee” (p. 71). El freno que necesita la medicalización debe estar necesariamente alimentado con un “tremendo cambio de mentalidad e incluso un replanteamiento de los objetivos” (Ibíd.) de la práctica médica.
En el caso específico de la mujer, el modo en que ha entendido la medicina, se desarrolla en base al miedo. El miedo al dolor.[11] Por este motivo es que en la mayoría de los partos en sociedades donde la religión tiene mucha relevancia o ha condicionado las formas de vida, las mujeres paren con mucho dolor. Es sabido que las fibras musculares del útero están dispuestas de manera que se relajen mediante la acción de la oxitocina[12], pudiendo decir que en este proceso interviene la sexualidad de la mujer y de esta manera se lleva a cabo, naturalmente, un parto placentero. Dice Rodrigáñez (2009) que la capacidad orgástica de las mujeres es mucho mayor que la que se le admite normalmente. Por otro lado, el reconocimiento de la alta capacidad orgástica se ha vinculado a una patología: la ninfomanía[13].
La invasión por parte de quienes detentan el poder y todo su aparato, ha ido trascendiendo las diferentes esferas que constituyen la vida humana desde que comienza la civilización, entendiendo civilización como el paso de un estado natural a un estado civil. Probablemente con el surgimiento de la ciudad, pensada para establecer la frontera entre «Estado» y «Naturaleza», se desvaloraron una amplia gama de conocimientos que tenían mucho más que ver con la relación humano-naturaleza que con la ficción que nos hemos creado de querer dominarla, haciendo de ella estructuras artificiales.[14]
Es desde la colonización y la civilización, desde donde operan los dominantes en menoscabo del otro. “Negarle a una persona su forma de ser es colonizarlo. Dicha práctica reproduce la pulsión expansiva de la civilización (…) La civilización, por lo tanto, coloniza la cultura y la domestica volviéndola a una categoría estándar: la cultura oficial.” (Sepúlveda, 10 -11)
Bourdieu nos incita como seres humanos a desentrañar las categorías de entendimiento subyacentes arraigadas, para analizarlas y comprender cómo funcionan y así poderlas modificar. Raquel Olea, nuestra profesora, es más gráfica al señalar que es preciso deshacer el camino recorrido de la violencia simbólica. Dussel hace un llamado a la epifanía, una especie de revelación del oprimido, del otro que no es pura conciencia, al libre ejercicio de la desalienación. “Se aliena el ser del otro al descolocarlo de su propio centro, al hacerlo girar en torno del centro de la totalidad ajena” (Dussel 53 – 63). Sepúlveda nos emplaza a apreciar el florecimiento de las peculiaridades para lograr desmantelar ipso facto las categorías civilizatorias estandarizantes.
Es necesario ser concientes de lo que implica habitar un cuerpo histórica y sistemáticamente construido, el gran megarrelato de la feminidad comienza a desmoronarse paulatinamente, las instituciones entran en decadencia, se desestabilizan, aquel todo funcional ya no responde a las nuevas exigencias. Hemos de tomar conciencia desde la periferia, recobrar nuestras propias fuerzas, emprender la praxis de la liberación para regresar al origen de nuestros cuerpos, colocarnos frente a nuestra experiencia. El llamado es a ir contra la corriente alienante del ego fálico tecnocrático imperialista. La tecnocracia nos despoja, en gran medida, de nuestros cuerpos y nuestras conciencias, la actitud por excelencia del ser humano bajo este paradigma es «entregarse a», los medios de transportes que trasladan nuestro cuerpo de lugar, al ginecólogo para que pronostica las condiciones de nuestro órgano sexual, al gran mercado farmacéutico que acabará con nuestras dolencias físicas y mentales, en fin. No se trata de abolir radicalmente la tecnología, evidentemente no podemos anular toda una historia de descubrimientos, pero es necesario no generar dependencias ineludibles.
La reivindicación de nuestra historia va por la línea de establecer una relación directa y armónica con nosotras mismas, tener conciencia del cuerpo que se tiene y hacerse cargo de él (responsabilidad). Pareciera ser una ardua misión, algun@s podrían decir que es una práctica de involución tremenda, claro, porque se expresan desde la asimilación, hábito que no requiere mayor esfuerzo ni crítica. Pabla Pérez nos invita a empoderarnos, desde la desmedicalización, de nuestros cuerpos, a gozar de la autarquía a través del conocimiento de las hierbas y plantas “recetas caseras y secretos tradicionales practicados por diversas mujeres a través del tiempo. Éstos han resistido por tradición oral; de voz en voz y de cuerpo en cuerpo, convirtiéndose así en nuestros secretos de brujas mejor guardados (…) Te recomiendo que confíes: que nada de esto te puede matar, al contrario, el contacto con las plantas te ayudará a conocerte y a tomar conciencia de la autonomía que llevas dentro.”
Un cuerpo libre no cosificado, no privado, descolonizado, desalienado, y no mistificado, es posible. Desmedicalizar y empoderarnos de nuestros cuerpos, son vías que se pueden ejercer simultáneamente, sólo es preciso tener coraje para hacerlo.
Bibliografía
  • Aristóteles (s.f) La Política. 1994. Madrid, España: Gredos.
  • Bourdieu, P. (1998) La dominación masculina. 2000. Barcelona, España: Anagrama.
  • Dussel, E. (1977) Filosofía de la liberación.1977. México: Edicol.
  • Ferrater, J. (1981) Diccionario de filosofía. Tomo II. 1981. Madrid, España: Alianza.
  • Foucault, M. (1976) Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. 1998. D.F., México: Siglo veintiuno.
  • Freud, S. (1933) La feminidad. [s.n.]
  • Haraway, D. (1991) Manifiesto Cyborg. 2010. Olmué, Chile: (In) Apropiables.
  • Márquez, S. & Meneu, R. (2007) La medicalización de la vida y sus protagonistas. Eikasia. Revista de Filosofía, II (8), 65-83. Disponible en http://www.revistadefilosofia.com/4Lamedicalizacion.pdf
  • Pérez, P. (2010) Manual introductorio a la ginecología natural. 2010. Olmué, Chile: La picadora de papel.
  • Rodrigáñez Bustos, C. (2007) Pariremos con placer. Apuntes sobre la recuperación del útero espástico y la energía sexual femenina. 2009. Murcia, España: Ediciones Crimentales.
  • Rousseau, J.J. (1753) Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. 2005. Madrid: Tecnos.
  • Sepúlveda, J. (2002) El jardín de las peculiaridades. 2011. Olmué, Chile: Nihil Obstat.

[1] La autorización social como vía de consentimiento por la fuerza de la costumbre. “los pueblos, una vez acostumbrados a tener amos o señores, no pueden después vivir sin ellos.” (Rousseau)
[2] El proceso de estandarización produce fetiches y clichés, reduciendo las peculiaridades a la uniformidad y a una falsa conciencia de la realidad.
[3] “La televisión ha sido en los últimos cuarenta años el vehículo siniestro de la estandarización. No sólo ha impuesto una forma de decir, sino que también una manera de ver el mundo y soñar” (Sepúlveda, 2011, p. 72)
[4] Muchas veces se utiliza el sistema de adecuación o maleabilidad de ciertas hipótesis para que se condigan, a pesar de que pudiese no ser así, con la prédica representativa.
[5] La Iglesia es una de las primeras instituciones que forja un imaginario en las personas, pregona el culto a los fetichismos, cerrando la posibilidad de tener un imaginario más amplio.
[6] Diferencias anatómicas, biológicas y sexuales, son naturalizadas y transferidas a la esfera del nomos social.
[7] El destacado es nuestro.
[8]Preconcepciones que se fundamentan en los ritos e instrumentos simbólicos que pretenden representar la realidad antes de comprenderla.
[9] Hecho por la mano del hombre pero que pretende aparecer como absoluto y digno de culto.
[10] Por otro lado, se encuentran los hombres que, en su mayoría, no hacen un cuestionamiento de su masculinidad, esto debido a, entre otras cosas, que poner en duda estos asuntos se traduzca en una carencia de virilidad, o si se quiere de hombría.
[11] “El dolor constituye un sistema de defensa que nos alerta de alguna agresión o disfunción de algún órgano o sistema” (Read, citado por Rodrigáñez, p. 11).
[12] La oxitocina es una molécula generada de forma natural por el hipotálamo en la base del cerebro que regula varios procesos fisiológicos como las emociones. También se conoce como la hormona del amor. La oxitocina aumenta la libido de mujeres y hombres, por eso durante el orgasmo hay una alta liberación de esta hormona.
[13] Furor uterino: deseo violento e insaciable en la mujer de entregarse a la cópula. (RAE, Vigésima segunda edición online)
[14] La civilización como una segunda naturaleza.

7 comentarios:

Buena la Entrada.

Creo que eso que llaman 'desmedicalización', es algo que pasa a Nivel Social o sea, es común a todos en esta Sociedad del Hoy.

'El llamado es a ir contra la corriente alienante del ego fálico tecnocrático imperialista.'
En cuanto a la anterior parte de su trabajo, creo que el llamado es a acercarnos a la Feminidad Verdadera si se quiere decir así, es decir, creo que el Feminismo debe también hacer un llamado a los Varones,ya que si no caemos en el histórico juego de ir de Derecha a izquierda, Arriba a abajo, Blanco a Negro, etc. Además, creo es bueno se les invite a los Varones a conocer su lado femenino de una mejor manera que la que se da en Cana (cárcel),que digamos debe ser bastante traumática.

Buen Trabajo...

SALUDOS.

¡Hola! Me encanta este blog, de a poco iré leyendo las cosas que han subido y suban después. ¡Las felicito! :)

Hola compañeras. Felicitaciones por su blog. Sus entradas están súper buenas.

A propósito de su columna, lxs invito a participar del Ciclo Audiovisual "Sexualidades" que organiza Psico-Usach.

La sesión de mañana martes trata sobre prácticas disidentes. Pueden ver en detalle el contenido de la sesión ingresando a nuestro blog.

Nos gustaría, si pudiesen, que nos indicaran un correo electrónico para comunicarnos con ustedes. Tenemos algunas ideas de proyectos en los cuales (de acuerdo con sus intereses: mujer, cuerpo, sexualidad)nos gustaría contar con Ustedes.

Saludos.

ciclosaudiovisuales@gmail.com
ciclos-audiovisuales.blogspot.com

Sólo tres preguntas:
¿cómo te vistes?
¿qué es el cuerpo en el sexo sino cosificación, expresión del egoísmo?
¿por qué tanto respeto por la estructura de tu discurso -APA-?

Hola. La primera pregunta la considero irrelevante, pero diremos que mi vestimenta es una mezcla entre prostituta y evangélica dominguera.
Creo que el cuerpo en el sexo, como lo conocemos hoy ha sido configurado como cosa, pero en otros tiempos, en algunos lugares, esto no fue así y hoy podemos trabajar para que no sea así, sino tomarlo como parte de una liberación ya que el cuerpo en tanto elemento físico, es el receptor inmediato de la violencia.
La respuesta a tu tercera pregunta es: se trata de un trabajo académico.

Saludos.

hola de nuevo.
la primera pregunta no es irrelevante de ninguna manera, ya que obviamente el cuerpo de la mujer y del hombre ha sido disfrazado, me preguntaba cómo te disfrazabas.
ahora bien, la segunda pregunta no me parece satisfactoria.
es verdad, el cuerpo tiene que ser liberado. pero, ¿luego qué?
¿cómo no adueñarse del otro?
liberémonos, tengamos el poder de nuestro cuerpo.
pero qué hace el cuerpo liberado frente al otro? conoces al fenómeno del otro por y para ti, es decir el otro es cosa.
lo otro es creer en el amor y la igualdad a priori...
el punto es hasta donde aceptar ser violentado, es preguntarse si realmente existe eso de ser pasivo y activo o depende del punto de vista que se mire.
en la tercera pregunta nada que decir.

saludos.
muy buen blog, gracias por la instancia.

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