Sobre un Chile sin Arte ~ Microcosmos

jueves, 24 de enero de 2013

Sobre un Chile sin Arte


"Attributes of Painting, Sculpture, and Architecture" Anne Vallayer-Coster

"El arte es una rebelión contra el destino."
André Malraux

La crisis de la educación en nuestro país suma una batalla victoriosa más en contra de la formación de personas íntegras y universales. Gracias a la eliminación de la obligatoriedad del estudio de las Artes debemos comenzar a despedirnos de la civilización y de todo atisbo de sensibilidad estética y humana en nuestros ciudadanos. Los más escépticos leerán este enunciado con una ceja alzada con ironía, preguntándose qué tanta importancia puede tener el aprender a usar determinadas técnicas de dibujo o escultura, o aprender sobre mujeres y hombres que crearon -hace siglos atrás o ayer- una serie de objetos cuya utilidad es discutible. Porque nuestra sociedad necesita obtener utilidades de todo: de la producción mercantil, de la optimización de recursos y del tiempo. Porque el tiempo corre rápido y debemos ser millonarios antes de los cuarenta años y el Arte no es productivo en ese sentido. Sin embargo, cuando el primer Homo Sapiens plasmó en los muros de su cueva la silueta de su mano pintada con barros mezclados con agua no estaba pensando en producción, sino en trascendencia. Al posar su mano teñida sobre la piedra realizó el acto más importante que cualquier ser pensante pudiera realizar alguna vez: ir más allá de la vida transitoria que constituían sus rutinas de caza y recolección, detenerse, tomar consciencia de su lugar en el universo y desde ahí construir una cultura. A partir de ese momento, la creación artística adquirió diferentes características de acuerdo a la época y al 'espíritu del tiempo', pero siempre fue una actividad que generaba un resultado remarcable y es que tenía la capacidad de impulsar cambios y revoluciones muy sutiles que a la larga han llevado al ser humano a superar sus propios límites, ir más allá de sus capacidades y abrir nuevas posibilidades al intelecto. Porque el acto de crear es la última rebelión, el don más refinado: el ser humano al crear supera el destino final que es la muerte, el creador desafía a la transitoriedad de su propia existencia. Si sumamos a todo esto que el aprendizaje de un arte ayuda a desarrollar la disciplina, el autoconocimiento, la comprensión del mundo y la reflexión podemos comenzar a comprender que sin el arte no tendríamos cultura ni civilización, puesto que quien es incapaz de valorar la Belleza en las cosas es incapaz a su vez de ver las intrincadas relaciones de significados entre la imagen que algo proyecta y lo que subyace a ella. La naturaleza nos impacta en una primera instancia por sus imágenes y luego, sorprendidos y ahogados del éxtasis de la contemplación queremos comprender el qué, el cómo y el por qué de las cosas. Para Aristóteles el arte imita y reproduce a la naturaleza, sin embargo,
el artista puede y debe ir más allá y desafiar todos los límites impuestos por ella para crear algo nuevo y revolucionario. Para Arthur Schopenhauer el arte sirve al hombre para escapar del sufrimiento que es provocado por el deseo. Sea como sea, muchas reflexiones ha generado el debate sobre cuál es la función del arte, pero lo único que nos debe quedar claro es que todos los logros que la raza humana ha conseguido desde que el primer hombre dibujara en los muros de su caverna es que sin el arte lo que conocemos como cultura y civilización nunca hubiesen surgido.

Ahora bien, en Chile se debate hace muchos años cómo mejorar la calidad de la educación y se insiste en eliminar todos los contenidos que pueden generar algún tipo de reflexión como la Literatura, el Arte, la Música, la Historia, etc. a pesar que según la experiencia internacional son justamente estas materias las que generan una apertura hacia el mundo del pensamiento y de la abstracción, y por lo tanto al desarrollo de una ciudadanía íntegra y culta. Al observar estos hechos es incomprensible este actuar, pero al comenzar a indagar notamos que de hecho es totalmente coherente con el camino que ha tomado la realidad desde que el único interés del hombre se ha convertido en la producción y el éxito económico. En palabras de Hermann Hesse "...de esas instituciones procedentes de un mundo entontecido por el dinero, los números y el tiempo, y que vacían la vida de todo su contenido; me refiero al mundo de las máquinas, tales como los ferrocarriles, los relojes y cosas por el estilo." (Viaje a Oriente). Mejorar la educación será imposible mientras las instituciones que nos gobiernan no comprendan que la esencia de la cultura es el pensamiento y la reflexión, no el dinero. Porque la verdadera ignominia de la pobreza es relegar la existencia solamente a la subsistencia material, mientras que las características que nos hacen seres humanos se van enterrando en un gran alud de alienación e insensibilidad.

K.A.

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